domingo, 11 de julio de 2010
Libros y Café (con hielo esta vez)
Aunque la mayor parte de mis lecturas son ensayos debidos e indebidos, intento sacar tiempo para rodearme de novelas en las que perderme y soñar, y relativizar así los acontecimientos que se van sucediendo de manera cotidiana.
Por recomendación de mi amiga Yoya y de mi hermana Paloma, llegó a mis manos Un árbol crece en Brooklyn, de Betty Smith. Me gusta pensar que hay un hilo invisible que guía mis lecturas, un hilo que se encontraba alrededor del dedo de Sara Allen, heroína de Caperucita en Manhattan, de Carmen Martín Gaite y cuyo extremo se anuda en un dedo de Francie Nolan, la rebelde protagonista de Un árbol crece en Brooklyn. Así pues paso de Morningside y Central Park a Brooklyn, de las tartas de fresa al pan duro y barato, de la ilusión a la ilusión.
A Francie Nolan no le gusta el café (probablemente porque su madre lo mezcla con achicoria); sin embargo, disfruta colocando sus manos alrededor de la taza y sintiendo su calor. El café da para mucho, como la lectura. En medio del calor, las obligaciones, las batallas, ¿no es una buena idea dedicarse a soñar con un café y un libro sobre el regazo?
*Indulgence*, Daryl Zang
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