sábado, 31 de julio de 2010

La Policía del Amor - The Love Police



"El amor ahuyenta el miedo y, recíprocamente, el miedo ahuyenta al amor. Y no sólo al amor el miedo expulsa; también a la inteligencia, la bondad, todo pensamiento de belleza y verdad, y sólo queda la desesperación muda; y al final, el miedo llega a expulsar del hombre la humanidad misma". Aldoux Husley.

miércoles, 28 de julio de 2010

Manos


"...Un sentimiento de piedad invadió su corazón al ver a su madre, en vísperas de dar a luz, arrodillada limpiando suelos. Se arrodilló a su lado.

- Levántate, mamá, yo terminaré de fregar este rellano. Tengo tiempo. - Metió la mano en el cubo de agua.

- ¡NO!- exclamó Katie enérgicamente, sacando la mano de Francie del agua y secándosela con su delantal-. No pongas las manos en el agua: tiene sosa y lejía. Mira cómo me han quedado a mi.- Extendió las manos, bien formadas, pero arruinadas por el trabajo-. No quiero que a ti te pase lo mismo. Quiero que siempre tengas unas manos bonitas. Además, ya termino..."

Un árbol crece en Brroklyn.
Betty Smith (1896- 1972)

Después de estar trabajando durante varias horas, golpeando incansable el teclado del ordenador, los dedos se me quedan entumecidos, me duelen sus articulaciones y noto tensiones al doblarlos. Es una sensación que tarda en pasarse, aunque agites las manos o compulsivamente conviertas tus manos en un baile puño- palma de varios minutos.

Extiendo las manos ante mi.

Hasta hace poco más de medio siglo fregar los suelos de una casa significaba que las mujeres sacrificaban la salud de sus rodillas, que poco a poco se iban deformando y acababan con un dolor permanente en ellas, provocado por la presión y humedad del piso. Además, el contacto constante de las manos en el agua y la lejía provocaba poco a poco la inflamación de las manos, la defomación y desgaste de las uñas, y la aparición de callos en las articulaciones de los dedos, en aquellos puntos estratégicos donde el paño se apoyaba para ser escurrido o en el lugar exacto donde se presionaba para lavar la ropa, irremediablemente blanca y poco dócil. Esas mismas manos planchaban esa misma ropa una vez quedaba limpia y seca, al principio con planchas calentadas en cocinas de carbón, que proporcionaban, en un descuido, quemaduras aliviadas con el jugo de un limón. Manos que pelaban kilos de patatas, alimento de familia numerosa. Manos que tapaban los ojos para ocultar lágrimas de rabia o sumisión.

A veces intento buscar las manos de mi madre en las mías propias, pero no las encuentro. Mi madre es una de esas mujeres que fregaba arrodillada, que lavaba contra una tabla cestos de ropa, que planchaba el contenido de esos mismos cestos (almidonando el cuello de las camisas de su padre y sus hermanos), que pelaba kilos de patatas y que además estudiaba para ser maestra. Al igual que Katie impedía a su hija meter las manos en el cubo de la lejía, mi madre me levanta apresuradamente cada vez que me arrodillo, aunque sea para recoger algo del suelo. "Levántate, Silvi", me dice siempre, al tiempo que se levanta su vestido y me enseña sus maltrechas rodillas. Qué amor tan grande el de las madres, un amor que se filtra en pequeños detalles que forjan nuestros recuerdos sobre ellas.

Katie Rommely fregaba los suelos, arrodillada, poco tiempo antes de dar a luz. Me pregunto cómo debiera ser el miedo de una mujer, pocas décadas atrás en Europa, sabiendo que su parto, terriblemente doloroso, intuitivamente atendido, podría suponer su propia muerte. Qué sentimiento de impotencia cuando no te puedes ayudar a ti misma, cuando el dolor te atraviesa, cuando el sentimiento de incertidumbre es tal que lo inunda todo y el tiempo parece no avanzar. Mi madre, que ha padecido tres partos difíciles, está de acuerdo con una amiga suya que siempre dice: "¿Parir? ¡Eso es para las vacas!".

De esas mujeres venimos.

Siento mis manos de nuevo. ¿De qué me puedo quejar? Es cierto que no tengo en ellas callos y que probablemente sean razonablemente suaves, pero en el fondo descubro algo de las de mi madre en ellas. Casi todo el mundo dice que los ojos son el espejo del alma; para mi, sin embargo, ése espejo son las manos.

Se tarda mucho tiempo en conocer unas manos...

lunes, 26 de julio de 2010

Moonlight Feelinade

"... Tumbada sobre la cama, miraba la luna a través del balcón. Casi llena, casi amarilla, casi iluminada. Me preguntaba qué efectos podría tener un baño de luna semejante; me preguntaba cuántos sentimientos pueden caber en el alma humana. Me preguntaba si echar de menos es el peor de ellos. ¿Cómo definirlo? Abrazar un vacío que no abarcas, sentir un velo de nada sobre la piel, observar tu corazón como un cuenco de barro vacío y solitario, notar la sequedad de una boca permanentemente entreabierta y paralizada.

Luna, me acompañabas, pero sentía otra falta..."

miércoles, 21 de julio de 2010

Francie Nolan

"La mayoría de las mujeres tenían algo en común: los dolores del parto. Esto debería unirlas a todas, debería empujarlas a amarse y defenderse de los hombres. Pero no era así. Parecía que los enormes dolores del parto les habían endurecido el alma. Sólo se unían para hacerle daño a otra mujer, con las palabras o con las piedras. Ésta era la única forma de lealtad que conocían.

Los hombres eran distintos. Podían odiarse, sin embargo, formaban un bloque compacto contra el mundo entero y contra cualquier mujer que intentase enredar a uno de ellos"

Un árbol crece en Brooklyn.
Betty Smith (1896- 1972).

Un árbol crece en Brooklyn


"Así eran las mujeres Rommely: Mary, la madre, Evy, Sissy y Katie, sus tres hijas; y también Francie, que de mayor acabaría siendo como las Rommely, a pesar de llevar el apellido Nolan. Todas eran criaturas frágiles, con ojos grandes de asombro y voces suaves y armoniosas.
Pero forjadas en acero invisible"

Un árbol crece en Brooklyn.
Betty Smith (1896- 1972)

domingo, 18 de julio de 2010

Summertime: noches y días

"...Habitaciones en sombra, lentitud de movimientos, conversaciones que se prolongan durante la madrugada, sueño en disputa con el calor, sueños entremezclados con hielos derretidos... Llega la mañana, las golondrinas, intentos de aire fresco, el mismo gusto y ceremonial delante de una taza de café. Otro verano, y siempre distinto..."

martes, 13 de julio de 2010

Cus-Cus de verano


El cus-cus es uno de los platos más ricos, sencillos de preparar y apetecibles, sobre todo, en verano. En versión ensalada, con tomate, pepino, cebolla y aceitunas negras, si no se dispone más que de diez minutos;con verduritas asadas (berenjena, calabacín, pimiento rojo, champiñón, espárragos) con un toque de pimentón o cominos, y chorretón de aceite de oliva rico, si apetece darle al vegetariano deluxe; con unos taquitos de pollo (si puede ser de corral, mejor), cebollita, apio y un gustito de pimienta, si hay un afán de lucimiento. El cus-cus, como cualquier plato casero, requiere tranquilidad y cariño en su elaboración, y tiempo para su disfrute. Y, por supuesto, no es lo mismo un cus-cus compartido, que otro preparado para disfrute personal. En ambos casos, merece la pena abrir las papilas al deleite y transportarse por un momento a un patio fresco, por ejemplo, en Casablanca. Uno de esos patios que conceden un té frío en vaso de cristal decorado y en los que la luz se filtra a través de celosías....

domingo, 11 de julio de 2010

Libros y Café (con hielo esta vez)


Aunque la mayor parte de mis lecturas son ensayos debidos e indebidos, intento sacar tiempo para rodearme de novelas en las que perderme y soñar, y relativizar así los acontecimientos que se van sucediendo de manera cotidiana.

Por recomendación de mi amiga Yoya y de mi hermana Paloma, llegó a mis manos Un árbol crece en Brooklyn, de Betty Smith. Me gusta pensar que hay un hilo invisible que guía mis lecturas, un hilo que se encontraba alrededor del dedo de Sara Allen, heroína de Caperucita en Manhattan, de Carmen Martín Gaite y cuyo extremo se anuda en un dedo de Francie Nolan, la rebelde protagonista de Un árbol crece en Brooklyn. Así pues paso de Morningside y Central Park a Brooklyn, de las tartas de fresa al pan duro y barato, de la ilusión a la ilusión.

A Francie Nolan no le gusta el café (probablemente porque su madre lo mezcla con achicoria); sin embargo, disfruta colocando sus manos alrededor de la taza y sintiendo su calor. El café da para mucho, como la lectura. En medio del calor, las obligaciones, las batallas, ¿no es una buena idea dedicarse a soñar con un café y un libro sobre el regazo?

*Indulgence*, Daryl Zang

sábado, 10 de julio de 2010

Pensamiento (pensar + sentimiento)

"...Categorías y sentido; significante y significado; semiosis y materialidad; nuevos horizontes de significado...

...Búsqueda de sentido, en otro sentido; nostalgia, viaje. Mi mente se llena de mar. ¿Dónde está la botella con mensaje? Por eso persigo orillas. Ya no soy una sirena varada, mis piernas me conducen por el sendero que voy eligiendo.

...Placer. Ser feliz con los ojos abiertos. Soñar con fuerza. Voluntad y firmeza. Espirutualidad.

...Protagonizar el capítulo 7 de Rayuela. Reescribirlo o rebesarlo. Piel. Piel y arena. Piel y salitre. Piel y mar. Todo conduce al mar. Toda la brisa conduce a mi cara.

...No son sólo pensamientos, pura materialidad en medio de este salón, en mi cuarto propio reapropiado...

¿Quién dice que frente a ti no se encuentra la bahía?..."

lunes, 5 de julio de 2010

Más sobre teratologías


"Aspiro la tibia quietud de la mañana
y saludo a los fantasmas de mi infancia,
de mi pasado.
Les invito a pasar,
no les guardo rencor.
Pero esta vez no les permitiré quedarse".

Mujeres, Lola Roig & Toni Martínez

viernes, 2 de julio de 2010

Pensando en mariposas (de nuevo)

Hace pocos días, estuve cenando con una maravillosa nueva amiga. La cena era una especie de ritual de despedida; al día siguiente ella volaba a su país de origen, dejando atrás ocho meses de estancia académica en España. Durante la cena, me confió que su familia era conocida familiarmente como "los osos" y que a ella misma le habían aplicado este calificativo cariñosamente. Sin embargo, tras la experiencia de su viaje ella no se sentía ya osa. "Ahora me siento como una mariposa roja, Silvia". Percibía en ella una mezcla de pudor y orgullo al contarme esto. Me confesó que muchas personas se reían cuando ella les contaba su metamorfosis; a mi, sin embargo, me inspiró una tremenda admiración y no he dejado de darle vueltas a su transformación y al poder renovado que su nuevo ser le había reportado.

Mi amiga, como mi querida Sara Allen, viajó lejos de casa para alcanzar la Libertad del autoconocimiento, de la superación del miedo ante la toma de decisiones y de la comprensión de las ilimitadas capacidades que dormitaban en su interior. El viaje y sus experiencias le reportaron fortaleza y expansión.

Y es que mi amiga quería volar muy alto y muy libre. Y para eso no se puede ser oso, hay que ser mariposa.