lunes, 21 de junio de 2010

Fortaleza


La fotografía que acompaña a este post es la de un monumento al dios Shiva, en Bangalore (India). Shiva forma parte de la trinidad hindú (trimurti), que se completa con los dioses Brahma y Vishnu. Shiva me atrajo poderosamente. Representa la destrucción y la muerte, pero también la renovación y la creatividad. En este último aspecto, está relacionado con dos potentes manifestaciones de la misma: la danza y la sexualidad. La dualidad de Shiva -destrucción/ creación- se relaciona con la necesidad de renovación interior, de depuración, de fortalecimiento ante las adversidades, de comprensión de las oportunidades de crecimiento, de la alegría inmensa que nace del (re)nacimiento. Como el Ave Fénix, la renovación toma impulso desde las cenizas, la creatividad se consolida, el ánimo se alegra, la paz interior crece. La figura de Shiva me recuerda el sentido del Arcano sin Nombre del Tarot de Marsella. Esta carta representa los cambios profundos, la revolución interior necesaria, el enfrentamiento a los obstáculos que nos impiden avanzar; limpiar y purificar la estancia para que lo nuevo tenga sitio donde habitar. Esta carta se vincula a la fortaleza y es un paso necesario para que aparezca el bello Arcano XIIII (Templanza), símbolo por excelencia de Curación. En palabras de Jodorowsky y Costa (2006), este Arcano nos indica que "sin fin, no hay comienzo".

Ronda en mi mente la idea de un puente entre destrucción y renovación, un puente compuesto por las ideas de compromiso, valentía y alegría/ humor. Compromiso hacia nosotros/as mismos/as, hacia nuestros deseos, sueños, responsabilidades; hacia nuestro cuerpo y hacia nuestra mente. Valentía para dejar de aferrarnos incondicionalmente a lo conocido, para que exista un equilibrio sano entre acción y reflexión, para dar pasos hacia adelante y permitirnos así "vivir". Para vencer bloqueos y estancamientos. Y alegría y humor, porque si no nos reímos de nosotros/as mismos/as, si no reímos con otros/as, si no compartimos sonrisas cómplices, si no lloramos de alegría... ¿qué podemos esperar?

Finalmente, (re)vestirnos de agradecimiento al cruzar este puente. Cada luz, cada detalle, cada sonido, cada imagen, cada alimento, cada brisa, cada situación, cada persona nos hacen aprender. El agradecimiento colma el alma de bienes. Sin agradecimiento no hay perdón posible.

Gracias.

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