lunes, 14 de junio de 2010

Gran Vía y el Mar

“…Era uno de aquellos días en que los cafés en casa no sabían igual de bien, a veces se necesitan cafés ajenos. Me dispuse a perderme por la ciudad y acabé en el lugar recurrente de mis desencuentros. Escogí lugar para mi café, entré en el local y secretamente deseaba una mesita cerca del ventanal. Él pareció leer mi mente y yo se lo agradecí:
- Qué bien, cerca de la ventana.
–Sí -respondió él- para que puedas ver el mar.
Sentí de pronto el sutil asombro del desconcierto. ¿Qué mar echabas de menos tú? ¿Qué mar inconscientemente anhelaba yo? Buscando el mar detrás de los cristales, sólo encontré las grises moles de la Gran Vía.

Triste calle, que cumples cien años y todavía no has parido el mar…”

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